Por Roberto Veras.-
La corrupción en República Dominicana ha debilitado la fe a medida que pasa el tiempo, más y más personas del pueblo no confían en la integridad de los poderes legislativo y ejecutivo del gobierno.
La falta de ética, la codicia humana y el mal uso del poder son las principales causas de la corrupción. La falta de castigo a servidores públicos que se enriquecen a la vista de todos sin recibir una amonestación ha permitido el crecimiento vertical de los malos hábitos.
Desde las más altas instancias del gobierno, que acepta sobornos mediante la entrega de un contrato, hasta un humilde policía de bajo rango que recibe dinero por dejar a un conductor en una infracción de tránsito, la corrupción se ha vuelto desenfrenada en la mayoría de las entidades públicas.
Alzar la voz contra las personas corruptas, especialmente los funcionarios de los gobiernos, a veces conduce a abusos, torturas, acusaciones falsas e incluso a la cárcel, pues los funcionarios tienen una creencia que están por encima del pueblo.
Esto se debe a que los funcionarios gubernamentales corruptos tienen suficiente poder para evitar que cualquiera alce la voz en su contra y sus actos bochornosos quede impunemente.
Ha habido muchos factores contribuyentes que han jugado un papel eterno en hacer que nuestra sociedad se vuelva tan corrupta.
Los que estamos viendo en el departamento de justicia, especialmente de nuestros funcionarios recién electos, ha tenido un efecto adverso a la realidad, pues el pueblo esperaba una repuesta inmediata sin maquillaje de los implicados en el caso Odebrecht.
Son nuestros jóvenes ahora los que son víctimas de las circunstancias sobre las que no tienen el control, esto los ha llevado a la falta de disciplina y sin la orientación que realmente necesitan para tomar buenas decisiones en una sociedad que avanza por un camino equivocado.